Durante esta semana, hemos comenzado a impartir los Programas de Integración Intercultural y Contra el Acoso Escolar. Además, hemos comenzado a pasar pruebas a aquellos alumnos a los que se les debía actualizar el informe psicopedagógico. Por otro lado, hemos asistido a una COCOPE y a una reunión del Departamento de Orientación.
Teniendo en cuenta todo lo que se ha realizado, sigue llamando mi atención cómo, aunque dediquemos días de nuestro trabajo a diseñar un programa para mejorar las relaciones entre los compañeros, al llegar a clase e intentar impartirlo, difícilmente es posible realizarlo cómo estaba planeado, en algunos casos los alumnos se implican en las actividades que se realizan y se expresen y cuentan sus experiencias y, en otros, nos pasamos la mayor parte del tiempo poniendo orden, ya que el tema no "les interesa" y deciden no escuchar y molestar a los compañeros. En el primer caso, la situación es ideal, porque todos podemos enriquecernos de las experiencias de los demás, pero el tiempo no es suficiente y no contamos todo lo que nos gustaría contar; en el segundo caso, no podemos explicarles todo lo que deben saber debido al caos de la clase. En cualquier caso, en ambas situaciones el tiempo es escaso y parece que nunca es suficiente la información dada.
En cuanto a las evaluaciones realizadas, sigue encantándome conocer a los alumnos y poder dedicarles un tiempo para conocer sus dificultades y sus virtudes, poder observar las diferencias entre unos y otros: como unos se esfuerzan y no se dan por vencidos, y como otros ni siquiera lo intentan.
En conclusión, sigue agradándome mucho más el contacto directo con los alumnos, ya sea para impartir un determinado programa o para realizar una evaluación, aunque también es cierto que en los departamentos de orientación muchas veces prima la burocracia.