Si bien es cierto que muchos de los alumnos que nos encontremos en el centro ya habrán sido evaluados, es importante tener en cuenta que algunos de los alumnos con los que nos encontremos no tendrán un diagnóstico claro, es por ello, que debemos fijarnos en aquellos que puedan tener dificultades en la escuela para poder observarle con mayor profundidad.
Una vez se haya identificado a aquellos alumnos que queremos evaluar por primera vez o que queremos revisar su diagnóstico, nos debemos fijar unos objetivos o hipótesis sobre el caso que vamos a estudiar. Teniendo en cuenta esto, debemos informar a la familia y realizar una entrevista, por un lado con los padres y, por otro, con los alumnos, para concretar las dificultades que puede tener actualmente o que puede haber tenido en su infancia. Además, es importante que la familia colabore y nos ofrezca una visión del alumno fuera del centro educativo, ya que nos interesa saber cómo es en todos los aspectos de su vida.
Tras esto, debemos establecer con qué pruebas diagnósticas vamos a evaluar a nuestro alumno para afianzar o descartar nuestras hipótesis. En este sentido, debemos tener en cuenta toda la información que recaudemos para saber si el alumno evaluado se encuentra dentro de un determinado trastorno o sólo tiene síntomas aislados del mismo o; por el contrario, si debemos investigar otros problemas.
Para finalizar, una vez establecido el diagnóstico, debemos realizar un informe y proponer, junto con el profesorado, los objetivos de mejora del alumno en el centro y las adaptaciones curriculares que se deben llevar a cabo.
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